Advierto una ola y me sumerjo.
Miro el aire empujando el agua, formando burbujas.
La siento tocando toda mi piel,
me sostengo en ella
y mido mi fuerza en su densidad.
Nunca estuve tan en contacto con mi cuerpo
que es casi todo agua.
El sol entra por el ojo cuando refracto sus rayos
o soy yo misma quien irradia la luz.
Seca me disperso con el viento,
húmeda me adhiero a las cosas
con el agua me ablando
y la sostengo al abrirle un espacio formando una concavidad.
Cuando me enrosco me acorazo
y no por eso el agua deja de tocarme.
Es mi manera opaca de mostrar mi blancura.
Endurecida me alejo de mí
y de los hombres que me aguardan en la siguiente ola.
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